29.11.16

De las instancias de la enunciación a las categorías deícticas (Deixis)

Aunque el tema de la deixis  ya fue tratado en  las reflexiones de algunos  tratadistas  griegos, puede decirse que el primero en establecer una teoría sostenida sobre esta cuestión fue Karl Bühler. Centrándose en  los postulados de la teoría de la comunicación, este autor muy citado en la literatura escrita sobre el tema, elaboró una teoría sustentada en dos dimensiones; el campo mostrativo y el campo simbólico. Para este lingüista “el campo mostrativo del lenguaje en la comunicación verbal directa es el sistema aquí- ahora-yo de la orientación subjetiva” y explica que; “todo lo que es lingüísticamente deíctico coincide en que no recibe en cada caso su impleción y precisión significativa en el campo simbólico, sino en el campo mostrativo del lenguaje; y sólo en él puede recibirla. Lo que es “aquí” y “allí” cambia con la posición del hablante, exactamente de un interlocutor a otro con los cambios de los  papeles de emisor y receptor”.  
     De  De esta forma, Bühler sostiene que toda producción discursiva, en el marco de una situación comunicativa, va determinada por el “egocentrismo” del emisor , o sea, del “ego” enunciador que constituye el punto de referencia que orienta la operación de discursivación  desde el punto de vista tanto espacial como temporal. La deixis, tal como lo indica su sentido, etimológico,  hace referencia a las propiedades de instrucción y  orientación  que caracterizan la propia lengua. Esto implica  que el procedimiento deíctico abarca todas las construcciones y entidades lingüísticas cuya función discursiva es la de identificar y ubicar a sus referentes teniendo como criterio  los constituyentes del triángulo sistemático  “yo-aquí-ahora”  que el propio Bühler denomina “origo”. Las expresiones deícticas, según este planteamiento,  forman parte de los mecanismos de “mostración”, o sea, se catalogan como propios del “campo mostrativo del lenguaje”.
    Ampliando su reflexión sobre el tema, el lingüista y psicólogo alemán establece una clasificación  fundada en tres tipos de de mostración o deixis que Hebe Gargiulo sintetiza  del modo siguiente:       
a-      La demostratio ad oculus et ad aures ; es la  correspondiente a la forma prototípica de la deixis e involucra la forma de indicar dentro de un mismo campo perceptivo  compartido por el hablante y el oyente. Este tipo de mostración  actúa en una situación de  cara a cara que va acompañada generalmente por gestos que permiten identificar el tema del cua se habla.
b-      La anáfora; hace referencia a algo que se dijo o que se dirá en el discurso.
c-      La deixis en fantasma: indica que aquello al cua se hace referencia no figura en el campo perceptivo del hablante y del oyente, sino que es algo que se evoca. Este tipo de mostración tiene su base psicológica no ya en la “retención inmediata”, sino en la “mediata”, es decir en el campo de los recuerdos maduros y de la “fantasía constitutiva”. El hablante hace presente en la mente del oyente algo que no está ante sus ojos.   

     Es de apuntar que, tarando la cuestión de las relaciones referenciales en el discurso,  algunos lingüistas como Ehlich,  no consideran la ánfora como una modalidad incluida dentro de la categoría de la deixis textual. Pues, basándose en un criterio funcional, este autor considera que “las expresiones deícticas provocan en el oyente una focalización” mientras que “los procedimientos fóricos están relacionados con una focalización ya existente para el hablante/oyente”[1]. Este posicionamiento es, igualmente alegado por Roland Harweg (1978:136), quien defiende la hipótesis de que los procedimientos anafóricos y deícticos son distintos desde el punto de vista de sus correspondientes referentes, y, por consiguiente, se diferencian por ser los primeros de carácter variable


     Partiendo de los postulados saussureanos, Emile Benveniste, por su parte, desarrolla su tesis entorno a la “enunciación” definiéndola como la apropiación de la lengua por un acto individual de decir[2]. Por esto, la enunciación pasó a consolidarse, en Lingüística del Discurso y de la Enunciación, como noción fundamental que se refiere a  una “instancia”[3] de mediación entre los archiconocidos componentes de la dicotomía  Lengua/habla.:



Lengua      Habla
 ⇰      

                                     Enunciación      Enunciado
                                                                                ⇓                     ⇑                                    


                                      Acto de decir     Lo dicho
                                                                                          


     La articulación de la enunciación se hace mediante las instancias del “ego-hic-nunc”, o sea mediante las tres fundamentales categorías del “yo”,  del “aquí” y del “ahora”.
   Es precisamente a partir de de este planteamiento benvenistiano, desarrollado  también por Jakobson,   que se  instauran las instancias del sujeto, tiempo y espacio como categorías básicas para la recepción y comprensión de la enunciación:

Instancias
       ⋀
                                                   
                                      

Yo          Persona
aquí           Espacio    
ahora       Tiempo 

                    ⇓                         

Enunciación
 




         La enunciación es, en definitiva, la instancia lógicamente presupuesta por el enunciado  y es el  lugar de la instauración del sujeto que, por su parte, corresponde al punto de referencia de las distintas relaciones espacio-temporales.
 No es de extrañar, entonces,  que Fiorin (1996: 15) asevere  que “comprender los mecanismos de  temporalización, de especialización y de actorialización es fundamental para entender el proceso de discursivización”.
        La importancia de las tres categorías en cuestión radica en que no constituyen una particularidad de una determinada lengua, sino de todas las que se hablan en el mundo, lo que significa que éstas se diferencian en el fondo por sus formas lingüísticas y no por las categorías de la enunciación que son siempre las mismas.
          El “yo”; el “aquí” y el “ahora” son, para Benveniste, como para la Lingüística de la Enunciación y la Lingüística Discursiva en general, categorías medulares de índole indicadora o deíctica.   De ahí viene la importancia de la deixis en cuanto que procedimiento discursivo-enunciativo que en gran parte muestra que el conocimiento de la lengua en si no suficiente ya que se necesita siempre un contexto y una situación de enunciación para acceder al sentido último de un enunciado.  Para averiguar esta idea basta examinar un enunciado como el siguiente:
-  Estuve aquí, lo busqué y no lo encontré, volveré mañana a por él.

     Se trata de un enunciado descontextualizado en el cual no hay forma de conocer ni quién es el “yo”/ enunciatario, ni el “aquí” (referente espacial) ni el tiempo de acción (mañana ¿respecto a qué día? ¿a qué ano?, etc. ) ni tampoco el “que” o referente/ objeto del cual se habla.  Es necesaria, entonces, una serie de elementos contextualizadores que puedan servir de deixis o indicadores situacionales para interpretar apropiadamente el enunciado en cuestión.  Esto nos muestra  el carácter “original” del cual habla Benveniste y que hace que los indicadores o deícticos como los pronombres no remitan a una “realidad” ni a ubicaciones de índole objetiva en el tiempo y en el espacio puesto que dependen, al fin y al cabo, de la “enunciación cada vez mas única que los contiene y refleja, así su uso”[4]. De este modo podemos decir que las llamadas formas deícticas son, en realidad, entidades lingüísticas que remiten a su propia enunciación, lo que hace que sea imposible inferir sus correspondientes referentes discursivos sin conocer -como lectores/receptores- la situación enunciativa, o sea los participantes/actantes de la misma y su ámbito espacio-temporal.    

    Es de apuntar, a estas alturas, que al referirnos a la deixis tenemos que señalar que, conceptualmente hablando, no todos los lingüistas esgrimen  la misma definición del fenómeno en cuestión. Pues su concepción varía de un autor a otro sobre todo en cuanto a los componentes que conforman el concepto en sí.  No obstante, puede afirmar, sin lugar a dudas, que el triángulo bosquejado por Benveniste (yo-tú- aquí)  sigue  vigente, aunque de él se han derivado otras categorías tales como  mío, tuyo, hoy, mañana, en este lugar, etc. que, según el mismo lingüista francés, no son más que “términos simples o complejos procedentes de la misma relación” establecida entre las tres instancias medulares[5].

    Cervoni, a su vez, adopta el mismo posicionamiento benvenistiano afirmando que los deícticos “sólo pueden recibir un determinado sentido si están en una relación existencial con el objeto que representan”  y añade que se trata, en el fondo, de entidades similares a las que Peirce llama ‘índices’. Esta similitud se debe a que un índice es , por excelencia,   “el gesto” por medio del cual se indica o menciona el ‘objeto’ ausente[6].   

      Antes de pasar al comportamiento indicador de la deixis,  juzgamos  oportuno  definir este concepto. Pues, desde el punto de vista etimológico,  “deixis” es una  voz de origen  griego  Deikticos  que significa “acción o acto de mostrar o indicar”. Este fenómeno se refiere a  “las palabras que señalan la orientación o ubicación espacial o temporal de entidades y personas, tomando algún punto de referencia, generalmente el del hablante” (J.I. Hualde y otros, 2009: 370). 

   Deixis  es, entonces,  un concepto que fue  desarrollado inicialmente por los estudios elaborados en el área de la pragmática y luego pasó a formar parte de los mecanismos y estrategias del análisis del discurso y de la interpretación de los textos en general. Es un concepto que se relaciona con la situación  lingüística en el cual algunas formas se refieren a ciertos constituyentes del contexto de comunicación tales como la persona, el tiempo, el lugar o una determinada secuencia discursiva.
 
     Para Herman Parret, el dominio de la deixis se enfoca en el sujeto de la enunciación, o sea en el “yo –enunciatario” y el sentido de las categorías deícticas se establece, siempre,  en función de la relación inherente al contexto comunicativo. Esta idea retomada de la reflexión de E. Benveniste le lleva a definir  la deixis como  “el conjunto de los indicadores referenciales” que, de manera explícita o implícita, entroncan el ‘enunciado’ con el contexto o situación discursivos de la enunciación[7]. La deixis, según este autor, se efectúa mediante distintas  categorías de las que destacan las tres siguientes:    

a-      Los signos lingüísticos por medio de los cuales el enunciador se designa a sí mismo y al enunciatario. Esta clase deíctica engloba, generalmente, los pronombres personales y posesivos aferentes;
b-      Las entidades lingüísticas usados por el locutor para referirse a terceros, los que no participan de forma directa en el discurso-   
c-      Las formas lingüísticas empleados en el enunciado para indicar el tiempo y el lugar respecto a un ‘aquí’ y a un ‘ahora’ de la enunciación ( en esta categoría se incluyen las marcas espacio-temporales de los verbos, sustantivos, adverbios, etc.[8]).

     Se trata, en el fondo, de unas expresiones  verbales que remiten a  referentes distintos según lo requieren las circunstancias determinantes del contexto comunicativo  y que,  como es de suponer,  varían de  un texto a otro.  Por esta razón,  las implicaciones inferenciales de los  deícticos han de  buscarse siempre en virtud  de las  marcas temporales y espaciales explotadas en el enunciado textual y de su actuación  respecto a los actantes del mismo.  

       Otra definición que merece aducirse en este marco es la proporcionada por Dominique Maingueneau quien la concibe en términos de una  categoría que determina y puntualiza   las coordenadas espacio-temporales configuradoras de todo  acto enunciativo. Para este autor “el acto de enunciación supone la instauración de una deixis espacio temporal que cada discurso construye  en función de su propio universo”[9].   No obstante la contribución de este lingüista radica en presentar una concepción más  desarrollada  que aparte de la llamada deixis  discursiva,  señala la existencia de otra  que él considera  “fundadora


     Podemos afirmar, entonces, que con la denominación deixis textual o  discursiva  se entiende el fenómeno que resulta del uso de unas entidades deícticas con miras a remitir a unas partes del discurso en el cual aparecen. Es; por ende, un mecanismo mediante el cual las lenguas tienen como punto de referencia, no los elementos del contexto espacio-temporal, externo al discurso, pero los propios elementos lingüísticos que forman parte del mismo.

  Una referencia deíctica es susceptible de  tener como referentes formas   lingüísticas que  son más o menos  próximas en el tiempo:  
-          a) formas que preceden: ej.

-          Eres un zalamero,  un adulón,  un pegajoso de primera  (Refs).
-          ¡Oye! No me gustan estas palabras (Exp.D).

-           b) formas que siguen y c)  el enunciado o evento en lo que es incluido.
Ej.
    ¡Fijate bien en esto que te voy a decir: No te fíes nunca en las apariencias!
-          c) el mismo enunciado o evento del cual la deixis forma parte :
Ej.
  En esta conferencia, vamos a intentar echar luz sobre una de las cuestiones mas problemáticas de nuestra actual sociedad.


Se suele distinguir entre cinco modalidades de deixis:

1.      Deixis de persona: la que permite determinar la identidad de los participantes en el proceso comunicativo. Estriba, entonces en la referencia deíctica al valor de estos participantes en el acto de habla. Las formas deícticas del español vienen gramaticalizadas n función de dos sistemas principales: el pronominal y el de la concordancia verbal.  De ese modo, la deixis de persona se basa, generalmente, en el rastreo de los pronombres personales que determinar  la “persona” de  los interlocutores; yo, tú; él. Esto significa que  las divergencias de tipo  gramatical dependen de tres categorías:
-          La primera persona: permite que el hablante se refiere a si mismo;
-          La segunda persona: por medio del cual se hace posible la referencia el hablante a un o varios destinatarios del enunciado
-          La tercera persona; con la cual se hace referencia a entidades o personas que no son ni enunciadores ni enuncatarios ya que no participan en el acto comunicativo.
-           
2.      Deixis temporal: posibilita ubicar la predicación en un determinado tiempo discursivo. Por ello es muy importante  el examen y análisis del  uso  de los tiempos verbales (pasado, presente, futuro)  y de  ciertas entidades lingüísticas temporales como: ahora, hoy, mañana,   ayer; etc. 
     Es de señalar aquí que los determinantes  demostrativos cuando van combinados con sustantivos portadoras de una noción de tiempo se analizan como deícticos temporales: aquel día, esta semana, esta vez, etc.  

3.      Deixis de lugar: como lo indica su nombre corresponde a empleo de de todo tipo de entidad localizadora en el espacio. Las  indicaciones  locativas  escudriñadas, en este marco,   son principalmente:

Ø  Los pronombres demostrativos (éste, aquél, aquello, esto, etc.) y las formas adverbiales   de lugar (aquí/acá, ahí, allí./ allá, cerca/ lejos, etc.),
Ø  Las perífrasis o frases verbales así como las expresiones locucionales de tipo adverbial, cerca/lejos, abajo/arriba;  a la derecha/ a la izquierda, por todos lados, dondequiera, etc.,
Ø    Algunas clases de entidades locucionales de índole prepositiva: arriba de/ debajo de, cerca de/ lejos de, delante de, detrás de, etc.   
Ø  Los demostrativos; este / ese/ aquel y sus variantes (plurales y femeninos),
Ø  Ciertas formas verbales que implican la noción de movimiento en el espacio; ir/ venir, ascender/ descender, aproximarse/ alejarse/ apartarse; etc.

          Notamos, aquí, que lo más importante es enfocar las formas deícticas  adverbiales, adjetivas o verbales que remiten al contexto de situación que determina la acción discursiva, o sea, las entidades deícticas tanto de las de  carácter  exofórico como  las de tipo endofórico  que remiten al espacio o espacios referidos  en el texto. Teniendo en cuenta que  la catáfora remite, en el enunciado, a lo que a sigue, y la anáfora se define como constituyente que alude  a otro anterior, podemos distinguir entre las dos modalidades siguientes:
      

4.      Deixis anafórica: se refiere a una parte discursiva,  (palabra, idea, etc ) que ha sido mencionada antes en el mismo  discurso. Va regida entonces por principios de cohesión, progresión, ordenación, inferencia, etc.
           Algunas combinaciones, por lo que implica su coyuntura, pueden indicar por antonomasia, una deixis anafórica. Este es, por ejemplo, el caso de los pronombres demostrativos, que ya que éstos, tal como lo afirma Alida Ares, “sirven para situar en el discurso a un sustantivo que ya ha aparecido anteriormente en el texto, explícita o implícitamente, sin repetirlo, aludiendo a él deíctica o/ y anafóricamente, estableciendo su relación con las distintas personas gramaticales y teniendo en cuenta las coordinadas espaciales y temporales del acto enunciativo”[10].  
      
   Al hablar aquí de los pronombres demostrativos no nos referimos sólo a los de carácter variable según el género y el número  (éste, ése, aquél), sino igualmente a las formas invariables (que en español disponen sólo  de la forma singular-masculino): eso, esto, aquello, por inferencia remiten a algo, o a un suceso:

-          Eso es muy grave  = eso (lo que dices),
-          Esto te va a servir en el porvenir = Esto (lo que te aconsejo),
-          Aquello fue muy aterrador = aquello (lo que le pasó).

      La anáfora, igual que la catáfora, puede definirse como un  mecanismo de articulación discursiva,  que  actúa  en el texto mediante tres comportamientos distintos:

a)      La expresión referencial,
b)      El referente,
c)      El procedimiento de articulación propiamente dicho.

          De este modo en un enunciado como “Estas son las  ideas malsanas que destruyen el espíritu de equipo”, podemos observar que, en esta oración usada en un determinado contexto comunicativo. Por otra parte,  se recurre al  uso del pronombre relativo “que” se refiere, cognitivamente, a algo anterior (ya conocido por el emisor y el receptor) y por tanto es un pronombre que se instituye como “expresión referencial” que se refiere a algo mencionado antes; o sea al “referente” “ideas malsanas”. La coyuntura  entre los elementos  del enunciado se consigue  por este motivo, mediante el procedimiento  articulador que es la “anáfora”.

   La anáfora pronominal  conforma, entonces, un mecanismo de cohesión del cual no se puede prescindir en la actividad de producción textual. Se trata, en el fondo, de una estrategia fundamentada en la substitución de una determinada entidad por su correspondiente pronombre. La relación anafórica implica, de este modo, el establecimiento de una relación entre dos constituyentes textuales. En esta operación de substitución el término anafórico ha de interpretarse siempre en función de otro que le precede. 


5.      Deixis catafórica: hace  anticipadamente referencia a una parte discursiva que se sólo  se indica más adelante en el texto o enunciado. Esto significa que el elemento catafórico halla su sentido en otro término o expresión que le suceden en el texto.
    Por funcionar  mediante el mismo mecanismo substitutivo de referencia utilizado  en el caso de la anáfora -pero a la inversa -,  el uso de la catáfora  supone  que la relación entre la “expresión referencial” y el “referente” ha de llevar al sentido del elemento catafórico enfocando el constituyente substituido y que se menciona posteriormente en el enunciado:
  
     EJ.
-          Los únicos modelos en los que ha sacado buenas notas son el de Gramática y comprensión de textos.

        La expresión referencial,  o el término categórico “módulos”,  alude al “referente”  posterior “Gramática y Comprensión de textos”.

       Notamos que tanto la anáfora como la catáfora se articulan a base de un proceso de substitución que hace que un término o expresión  “A” remitan a otro término  o elemento  “B” situados sintagmáticamente antes o después -respecto al constituyente referencial-. Este proceso de remisión puede representarse del modo siguiente:


Anáfora                                            Catáfora

Expresión referencial
 

Elemento anafórico                               elemento catafórico

Referente anterior                             Referente  posterior
 

B    A                                                   A   B















[1] - cit. Por  Hebe Gargiulo, Espacio, Deixis y traducción,  Publicaciones de la Universidad  Nacional de San Juan1999, p.21.
[2] - « l’énonciation est cette mise en fonctionnement de la langue par un acte individuel d’utilisation » E. Benveniste, PLG, II, p.80
[3]-   El concepto  de ‘instancia’ ha de entenderse aquí como conjunto de categorías que se crean en un determinado dominio. La categoría, a su vez, es una noción que sirve para agrupar una clase de elementos o constituyentes de una determinada realidad. Por ejemplo, siguiendo los criterios tradicionales, el sustantivo, el adjetivo, el verbo, el adverbio, etc.  forman una categoría; en este caso grammatical.
[4]-  Según  Benveniste : «C’est pourtant un fait à la fois original et fondamental que ces formes ‘pronominales’ ne renvoient pas à la ‘réa lité’ ni à des positions ‘objectives’ dans l’espace   ou dans le temps, mais à l’énonciation chaque fois unique, qui les contient, et réfléchissent ainsi leur propre emplois » Benveniste, 1966 : 254.
[5] - Dice Benveniste refiriéndose  a las categorías temporales y espaciales :  «On mettra en évidence leur relation avec je en les définissant ; ici et maintenant délimitent l’instance spatiale et temporelle coextensive et contemporaine de la présente instance de discours contenant je. Cette série n’est pas limitée à ici et maintenant, elle s’accroît d’un grand nombre de termes simples ou complexes procédant de la même relation ; aujourd’hui, demain, dans trois jours, etc.E. Benveniste, 1966: 252).     
[6] - Cervoni, 1989 :25 « Los deícticos participan de la naturaleza de los índices en el sentido de que sólo  designan de modo particular en la presencia de un referente”. 
[7] - « … l’ensemble des indicateurs référentiels qui, de façon explicite ou implicite, embrayent les énoncés sur les situations du discours » Herman Parret, Le langage en contexte : études philosophiques  et linguistiques de pragmatique,  Amsterdam, John Benjamins Publishing, 1980, p .431
[8] - Ibid. pp. 431 y siguientes.
[9]  “L’acte d’énonciation suppose l’instauration d’une ‘deixis’ spatio-temporelle que chaque discours construit en fonction de son propre univers” Dominique Mainggueneau, Genèses du discours, Bruxelles, Edition Margauda, 1984 p.96.
[10] -  De la gramática normativa a la gramática del texto: Corso di lingua spagnola per studenti italiani,  Ed. Trento, Tangram,  2012, p.95.

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