La existencia de los modelos superestructuras o de
los llamados « modelos de organización constantes” es lo que justifica,
según Richard Lerch, el hecho de que los textos, a pesar de su diversidad,
pueden clasificarse en tal o tal clase o género[1]. Siguiendo
un criterio puramente temático, este autor establece una clasificación basada
en cuatro tipos de textos: el narrativo, el descriptivo, el informativo y el
argumentativo.
Adam (2012:
191), por su parte, refiriéndose a ineludible característica genérica de la
actividad de producción textual, habla del “efecto de genericidad” como
característica esencial e, forzosamente, inherente a la actividad de producción
textual. Es decir que es imposible concebir
la existencia de un texto fuera de las delimitaciones un sistema genérico- social e históricamente-
preestablecido[2]. No
obstante, el concepto de género, para Adam, resulta más amplio y complejo en la
medida en que depende en su configuración de varias instancias (el autor, el
editor, el lector) e incluso del factor tiempo[3].
Los enfoques con orientación etnográfica
postulan que los discursos se diferencian funcionalmente; esto es según la
función socio-interaccional; que generalmente, viene condicionado por el
contexto de comunicación. Se supone que la diversidad genérica es siempre
identificable por el receptor, porque se trata de una pluralidad discursiva convencional. Las producciones textuales se generan y se
reciben en función de lo que Josep MAria Castellà (1994: 2)
denomina “recipientes socioculturales
en los que se materializan los distintos tipos de textos” o sea unos
modelos preestablecidos que actúan como
formas sociabilizadas.
Se puede
afirmar que una de las tantas
aportaciones de la LT consiste en repensar el tema de los géneros y el
afianzamiento de la conciencia de que la producción textual se sostiene en
modelos generales o sea estructuras genéricas con patrones preestablecidos. No
es extraño que, hablando del texto literario, Pavel, citado por Irma Chumaceiro, sostenga que la teoría
literaria debe mucho a la gramática textual:
La semiótica, estudio general
de los signos; y la gramática del texto, estudio general de las obras escritas,
tuvieron importancia crucial a la hora de ayudar a los especialistas en
literatura a situar sus objetos de estudio dentro de un ámbito mucho más
amplio. Poco a poco se fue comprendiendo que muchos de los recursos que en
principio se habían atribuido a una obra concreta o al genio de un autor podían
explicarse por medio de patrones estructurales. Y lo mismo ocurrió en relación con los contenidos que durante
mucho tiempo fueron considerados puramente literarios cuando de hecho poseen
una naturaleza más general. (2005: 42).
Desde la
perspectiva del análisis discursivo, Van Dijk (1980:27 ) aborda
la cuestión del género en términos de la “superestructura” que da forma a cualquier tipo de texto:
“Denominaremos
superestructuras a las estructuras globales que caracterizan un tipo de texto.
Por lo tanto, una estructura narrativa
es una superestructura, independientemente del contenido (es decir: de
la macroestructura) de la narración, aun cuando veremos que las superestructuras
imponen ciertas limitaciones al contenido
de un texto. Para decirlo metafóricamente: una superestructura es un tipo de
forma del texto, cuyo objeto, el tema, es decir; la macroestructura, es el
contenido del texto. Se debe comunicar, pues, el mismo suceso en diferentes
‘formas textuales’ según el contenido comunicativo”
Dimensiones
Niveles
|
Micro-
estructura
|
Macro-
estructura
|
Estilo
|
Retórica
|
Super-
estructura
|
Fonología
|
+
|
-
|
+
|
+
|
-
|
Morfología
|
+
|
-
|
+
|
+
|
-
|
Sintaxis
|
+
|
±
|
+
|
+
|
-
|
Semántica
|
+
|
+
|
-
|
+
|
+
|
Pragmática
|
+
|
+
|
-
|
+
|
+
|
Cuadro representativo
adaptado de T.A.van Dijk
“La
construcción del texto implica la conjunción de diferentes dimensiones que
interactúan, con mayor o menor participación, para proporcionar al receptor las
diferentes marcas y la información de la que estas son vehículo, de todo lo
cual se vale aquel para lograr su correcta y adecuada interpretación. Así, tal
información no es ya sólo de carácter lingüístico, sino también conceptual y
contextual, lo que justifica el valor que para la teoría textual adquiere un
concepto como el de “conocimiento del
mundo”
Taxonomía textual:
Se puede establecer una clasificación según tres
criterios fundamentales:
1-
forma de
transmisión:
2-
Criterio
temático:
3-
Intencionalidad
y naturaleza del lenguaje vehiculado
Escritos
Discontinuos: tablas- infografías,
No
literarios
Texto descriptivo
El modo descriptivo estriba en la presentación de rasgos o características de un objeto, una persona, una determinada ambiente o una escena. En esta categoría de textos predomina el uso de verbos que expresan una situación, conjugados generalmente en tiempo presente o en pretérito imperfectos (de indicativo), y se suele recurrir igualmente a expresiones de índole calificativa, de ahí viene, por ejemplo, la preponderante tendencia al uso de la adjetivación.
La finalidad primordial de
un texto descriptivo es hacer que el
lector/receptor capte de forma
imaginativa la entidad descrita, sea como sea la naturaleza de ésta: persona, objeto,
suceso, estado, lugar, etc. Por eso Silvia Alvarez considera que en toda secuencia descriptiva, “se
presentan o caracterizan objetos, personas o procesos a través de una selección de rasgos distintivos”[1].
Mientras que Andrea Pastor sostiene que el texto descriptivo es aquél que “utiliza
la descripción como forma de expresión, que consiste en decir cómo son, están,
se sienten o se manifiestan las personas, los personajes, los animales o las
cosas”[2].
Insistiendo en la ausencia del carácter de
dinamismo que caracteriza por ejemplo los texto narrativos, Lerch define el
texto descriptivo como aquél que se “sitúa fuera del tiempo y distribuye los
elementos de lo real en el espacio”[3]
,
Ejemplo:
Era un hombre de unos cuarenta años, de estatura y constitución
normales; el subido color de su semblante ponía en evidencia un temperamento
sanguíneo; su expresión era fría, y en sus facciones, que nada tenían de
particular, sobresalía una nariz asaz voluminosa, a guisa de bauprés, como para
caracterizar al hombre predestinado a los descubrimientos; sus ojos, de mirada
muy apacible y más inteligente que audaz, otorgaban un gran encanto a su
fisonomía; sus brazos eran largos y sus pies se apoyaban en el suelo con el
aplomo propio de los grandes andarines.
Texto narrativo
El modo narrativo implica
siempre la enunciación de hechos o eventos que corresponden a acciones de
determinados personajes. Se trata comúnmente de peripecias, protagonizadas,
vividas, o experimentadas en el tiempo y en el espacio. El texto se organiza,
de esta forma a base de unas delimitaciones espaciales y temporales.
Las formas verbales vehiculadas suelen corresponder a verbos de acción y el
tiempo predominante es, mayoritariamente, el pasado. Para,
Gerard Lerch, el texto narrativo relata una serie de sucesos que transcurren en un tiempo
determinado y que ponen en evidencia un “proceso de transformación” que se
desarrolla desde un estado inicial hasta un estado final[4]. Se
trata desde luego de una definición ampliamente defendida gracias a los
trabajos de los formalistas rusos y sobre todo gracias al conocido estudio de Vladimir Propp Morfología del cuento.
Texto expositivo
La modalidad textual
expositiva corresponde a aquélla que procura dar informaciones sobre un
determinado tema o. El principio de interacción supone, en este caso, que el
interlocutor/lector dispone de cierto
conocimiento previo sobre el asunto tratado. La característica
fundamental de la informatividad textual implica, a su vez, que la intención
del emisor es ampliar este conocimiento, apurarlo, afianzarlo o estructúralo. Para Gerard Lerch el texto expositivo (llamado
igualmente informativo o explicativo) se define por la neutralidad en la forma
de transmisión de las informaciones o conocimiento[5].
Desde el punto de vista de
su estructura interna, todo texto expositivo ha de venir articulado al menos en
función de dos criterios fundamentales:
ü Conocimientos
previos, construidos y organizados y dominio de los conceptos relacionados con
el tema del cual se habla;
ü Ordenación
o articulación de lógicas entre las distintas partes del texto para que
converjan enfocadas hacia el mismo núcleo referencial o discursivo.
Contemplada desde una
perspectiva puramente ligústica y formal, la modalidad textual de índole
expositiva debe recurrir, en su configuración, a unos determinados mecanismos
muy característicos tales como:
ü Empleo
preponderante del tiempo presente y
tendencia al uso de formas verbales en con sentido general, principalmente, denotativo,
ü Manejo
generalizado de los marcadores discursivos u operadores textuales marcando,
así, las relaciones lógicas entre las distintas secuencias del texto.
ü Recurso
a las estrategias discursivas de coherencia léxica y textual como
la repetición isotópica, estableciendo, de este modo, dominios o paradigmas léxicos relativos al
tema objeto de la exposición,
ü Tendencia
a la técnica de la pronominalización en cuanto que destreza textual que permite
la substitución proposicional.
Texto argumentativo
El modo argumentativo radica en el encadenamiento de una serie de ideas construidas y estructuradas con la finalidad de defender un punto de vista, una opinión a propósito de un tema polémico intentando convencer al participante en la comunicación textual.
Lerch define esta modalidad
textual como un tipo de texto que se orienta hacia la defensa de una tesis y
tiene siempre una “finalidad impresiva”[6].
En los textos
argumentativos se recurre a una determinada lógica que vehicula varias
estrategias para organizar el discurso tales como las relaciones e
interrelaciones semántico-pragmáticas (causales, consecutivas, contrastivas,
conclusivas, etc.).
Contemplado desde una
perspectiva lingüística, el texto argumentativo puede definirse como la materialización
discursiva de una finalidad que procura substituir unas creencias por otras,
intentar persuadir al lector/ receptor que un punto de vista o una forma de ver
el mundo es mejor que otra. De este modo puede afirmarse que la argumentación
tiene que ver con la “función conativa”
tal como viene definida en el modelo jakobsoniano. Pues, el carácter de
apelación inherente a esta función lingüística pone al receptor en el centro de
la situación comunicativa. Podemos
hablar aquí, igualmente, de la dimensión perfofmativa del texto
argumentativo, en la medida en que la argumentación con fines persuasivos
implica, pragmáticamente, el recurso a actos realizativos –que producen efectos
en el receptor-. No es extraño, entonces que Ducrot, verbigracia, hable, en
este sentido de “actos ilocutorios de argumentación”.
El carácter
argumentativo debe obedecer a leyes y
normas como la “máxima de sinceridad” propuesta por P. Grice y que Jordi
Pericot expone como «categoría que hace referencia a la calidad informativa”
que consta de una supermáxima que rige que “la contribución sea verdadera”
y dos máximas que corresponden respectivamente a “no decir lo que se cree
que es falso y “no decir nada de lo que no se tengan pruebas suficientes” (2002:
111).
La
creciente y desenfrenada evolución de las técnicas y de las tecnologías, con el
optimismo que les inherente, nos hace olvidar que no hay cultura si no existe
una integración de estas técnicas en la experiencia y practica humanas. La
experiencia actual de internet y de la divulgación espectacular de la
información no nos deja tiempo para
reflexionar sobre el efecto que la banalización de las imágenes ejerce
hoy en día sobre nosotros. Quien detiene
hoy el poder sobre las masas es aquel que puede manipular la imagen, haciendo que los efectos del
instrumento de tecnología sean más
importantes que el contenido o la
verdad en sí, o sea, el medio acaba superando el propio fin.
[1] - Silvia Álvarez, La gramática del texto,
[2] - Andrea Pastor, Cultura general : ámbito lingüístico
y social , Quito, , Libresa,
2010, p. 34
[3] - « Le texte descriptif se setue hors
du temps et distribue les élémets du réel dans l’espace » (2005 : 13).
[4] Dice Gerard
Lerch : « Le texte narratif rapporte des faits qui se
déroulent selon une durée et met en œuvre un processus de transformation allant
d’un état initial vers un état final » (2005 : 13).
[5] -
Dice este autor: « Le texte
informatif, encoré appele texte explicatif ou parfois texte d’exposition, se
caractérise par la transmission neutre d’informations dans divers domaines”
(2005: 13).
[6] - “Le
texte argumentatif, au contraire du texte informatif, vise à défendre une
thèse, et s’oriente donc vers une finalité impressive” (2005: 13).
[1] “
L’existence de modèles d’organisation constants, malgré la diversité des écrits
rencontrés, permet l’établissement d’une typologie des textes, repartis
essentiellement en quatre grande catégories; les textes narratifs, les textes
descriptifs, les textes informatifs et les textes descriptifs.” (Richard Lerch,
2005 :13)
[2] -
Dice Adam a este respecto «Dés qu’il ya texte, c est a dire reconnaissance du
fait qu’une suite d’enoncés forme un tout de communication, il y a effet de
généricité, c’est à-dire inscription de cette suite d’enoncés dans une clase de
discours. En d’autres termes, il y n’ y a pas de texte sans genres(s) et c’est par le système de genre d’une formation
socio-historique donné e que la textualité rejoint la discursivité et que la
linguistique textuelle retrouve l’analyse du discours ».
[3] - Les genres sont des catégories de la
production (auctoriale), de l’édition (éditoriale) et de la réception
(lectoriales). Ces trois instances de généricité peuvent se recouper ou
diverger ; les systèmes de genres évoluant dans le temps, ce phénomène est
sensible pour tous les textes qui ont une durée d’existence prolongée (littéraires,
religieux, philosophiques, par exemple). (Adam, 2012: 194).
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