Es sabido que cada una de las orientaciones teóricas y prácticas que
desembocaron en la instauración de la Lingüística del texto, tal como la
conocemos actualmente, tienen orígenes y desarrollos que configuran toda una
tradición que, desde luego, resulta casi ilusorio determinar con exactitud. No obstante,
podemos señalar varias disciplinas y/o aéreas de estudio como cuyas tendencias
y postulados hacen que se instituyan como antecedentes de la LT:
a-
Para
Ducrot y Todorov “el nacimiento de la retorica como disciplina especifica es
el primer testimonio, en la tradición occidental, de una reflexión sobre el
lenguaje”[1].
Por este motivo puede afirmarse que la retórica clásica constituye, indudablemente, el
antecedente más antiguo de la LT. Su preocupación por el estudio del uso del
lenguaje y su interés por los distintos aspectos relativos a la producción lingüística, tales como la persuasión, la
argumentación, la codificación y construcción del sentido textual, la
elaboración del discurso, entre otros. La meditación y la reflexión llevadas a
cabo a cerca de unos determinados
fenómenos expresivos y discursivos, como los citados, muestran que la Retorica
clásica se ha percatado del papel fundamental del uso lingüístico, aunque no ha
desarrollado, como las teorías posteriores, claros postulados y planteamientos
centrados en el uso contextual del lenguaje. Se sabe que la retorica posterior a la época
aristotélica contaba ya con cinco orientaciones de estudio que, de una forma u
otra, la LT va a tratar pero bajo nuevas premisas y con intenciones
muy particulares. Nos referimos a las siguientes estrategias discursivas:
Ø Inventio:
relativo a los temas, argumentos, lugares; mecanismos de persuasión y
amplificación,
Ø Dispositio: Disposición de las secuencias discursivas
según su género o clase; exordio, narración, discusión y peroración,
Ø Elocutio: relacionado con los criterios de selección y
articulación y estructuración de las
distintas partes del discurso,
Ø Pronuntiatio; enunciación del discurso
en sii,
Ø Memoria:
proceso de memorización.
Refiriéndose a las relaciones intrínsecas
entre la LT y la retórica clásica, Tomás Albaladejo, habla de las influencias de los postulados de
ésta en las investigaciones llevadas a cabo por lingüistas como van Dijk, García
Berrio, Chico Rico Matzeltin y otros y afirma que “La lingüística del texto no puede dejar
de contar con la retorica, y de hecho no sólo no la ha olvidado, sino que ha
ofrecido los fundamentos y las posibilidades para el establecimiento de
paralelismos y correspondencias entre las categorías que ha construido y las
categorías de la retorica” (2009:
91).
Los estudios clásicos sobre el arte de
la poética, a su vez, han establecido
los primeros fundamentos teóricos sobre las modalidades discursivas. La
aportación de Platón y de Aristóteles, a través de sus respectivas obras
clásicas, La República y la Poética, han permitido, según, García Berrio, la
distinción entre tres modos elementales del discurso literario: “aquel en el
que habla solamente el autor, aquel en el que hablan solamente los personajes y
aquel en el que hablan el autor y los personajes” (Albaladejo, 2009: 91).
b-
Para
averiguar la aportación de la filosofía del lenguaje a la LT basta recordar que
filósofos como el propio Hegel o algunos lingüistas como Q. Schleicher había
declarado que “el hombre histórico tiende
a adoptar una actitud de usuario con respecto al lenguaje; el lenguaje le
suministra la doble posibilidad de actuar sobre los demás y de perpetuar el
recuerdo de esa acción”[2]. Esto
muestra que el alegato de la LT que consiste en presentar el lenguaje como
habilidad y media acción o acontecimiento sociales no es una idea nueva. Pues,
como lo indican Ducrot y Todorov “nunca se a puesto en duda la relación que
existe entre el lenguaje, por un lado, y la sociedad, o cultura, o el
comportamiento, por el otro”[3]. De hecho, esta problemática ha sido discutida
en el marco de varios estudios de la filosofía del lenguaje, la sociología del
lenguaje, la antropología lingüística, la etnolingüística, etcétera. La LT, el
AD y la pragmática han abordado, por su parte, este tema intentando especificar
desde sus propias perspectivas esta
relación existente entre el lenguaje y la sociedad considerando el proceso
comunicativo como un acontecimiento social.
De este modo, puede afirmarse que el interés dado a la función social en
las orientaciones de la LT remonta a meditaciones elaboradas hace muchos
siglos.
Es
de apuntar; por otro lado, que las premisas de la filosofía del lenguaje,
desarrolladas principalmente a lo largo de la segunda mitad de la centuria
pasada, contribuyeron al nacimiento de un nuevo campo de investigación que orientó
la actividad lectura e interpretativa de la producción lingüística
hacia otras dimensiones que traspasan
los límites del enunciado, o sea de lo dicho. Cabe destacar, en este marco,
líneas teóricas como la teoría de los actos de habla de John L. Austin y John
R. Searle, las teorías del principio de cooperación y las máximas
conversacionales de Paul Grice sin olvidar las aportaciones de Ludwig Wittgenstein quien, por medio de
la noción de “juego del lenguaje”, ha
presentado una reflexión de sesgo pragmático demostrando que el hecho
lingüístico va sujeto a unas determinadas normas y pautas que determinan
el sentido y que forzosamente traspasan
los confines de lo enunciado para entroncar con lo extralingüístico. Es de
apuntar que, para T.A. Van Dijk, uno de los acontecimientos más importantes que
permitieron a la lingüística cuestionar los principios de la gramática
generativo-transformacional, abriendo, así, el debate promulgador de nuevas
vías de la interpretación del lenguaje y su uso es la filosofía y la lógica:
[…]al mismo tiempo
que la semántica comenzaba a tener más importancia en la gramática, se
propusieron modelos más adecuados y formales para explicar el sentido y la
referencia de las expresiones. Fuera de la semántica lógica, surgió una nueva
orientación en el campo de la investigación teórica, principalmente en la
gramática categorial y en la relacionada lógica intensional
elaborada por Richard Montague. (Van Dijk, 1980: 9).
c-
Tratando
el tema de la relación entre el lenguaje y la sociedad, la
sociolingüística ha pasado por dos
momentos decisivos y contradictorios. En un primer lugar las tendencias
tradicionales consideraban que el lenguaje se articula y determina por la
sociedad en la cual se usa como medio de comunicación. De esta forma, los estudios de
lingüistas como Roger Brown y
William Labov defendieron la hipótesis de que el lengua es “un índice sensible de muchos proceso
sociales” y, por ende, es una materia de estudio que permite inferir
conclusiones sobre la estructura de la sociedad[4]. No
obstante, los estudios elaborados luego por w. von Humbolt se llega a la
convicción de que el lenguaje no es un simple medio de representación de la
realidad. La sociolingüística pasa a
considerar, así, el lenguaje como una entidad
con “fuerza” que va más allá de la simple función de reflejo: es el
lenguaje que organiza el mundo y no al revés. Esta idea fue desarrollada por
seguidores de Humbolt tales como Weingerber, Trrier, Porzig, entre otros
contribuyendo la formulación del concepto de lenguaje entendido como generador
de “una visión del mundo”.
Una mención especial merece el
funcionalismo[5],
entendido como tendencia, inspirada en los estudios sociológicos y cuyas
orientaciones sociolingüísticas han permitido la propuesta de postulados
variopintos que superaron algunas de las limitaciones del estructuralismo saussureano
y del generativismo chomskiano. Se
trata, en el fondo, de una corriente
que, lejos de fundamentarse en un enfoque monolítico, ha optado por la diversificación
de sus aparatos teóricos y sus métodos analíticos que confluyen hacia el
estudio de las correlaciones establecidas entre el lenguaje y los distintos contextos comunicativo de su
uso. De hecho, uno de los aportes del funcionalismo
consiste en haber ido más allá de la visión restriñidora tanto del inmanentismo
estructuralista como del mentalismo e innatismo generativista, abriendo, así,
nuevas dimensiones ante la actividad interpretadora alegando que las
estructuras y sistemas de una determinada lengua dependen, en gran parte, de
los condicionamientos pragmáticos,
cognitivos y socioculturales. Con las
investigaciones llevadas a cabo, en este marco, se ha favorecido el análisis de
la expresión lingüística en virtud de su uso en una situación comunicativa
dada, lo que implica que el valor expresivo y el significado de una oración,
por ejemplo, no corresponden a una estructura estable y susceptible de presuponerse
sólo a partir del componente puramente lingüístico.
d-
La Etnología
de la comunicación y la Antropología lingüística son otras disciplinas que han
dejado patentemente establecido el lenguaje como hecho primordialmente de
carácter social. De hecho, desde una perspectiva basada en presupuestos
lingüístico–antropológicos, la etnografía de la comunicación se ha interesado
por el estudio del discurso como manifestación de la puesta en práctica de una “competencia
comunicativa”, que va más allá de la “competencia lingüística” o gramatical
propuesta por Chomsky. Las propuestas teóricas
de Dell Hymes (1974), se consideran,
en este sentido, como el punto de
partida que dará propulsión a las investigaciones en e el científica en cuestión. Haymes, el acuñador
del concepto de “competencia comunicativa”- entendida como el conjunto
de destrezas y conocimientos que
habilitan a los interlocutores usar el lenguaje en función de un contexto
determinado y de unas normas reguladoras para entender el significado de un
enunciado- ha contribuido a la
introducción del conocimiento social, psicológico y cultura, o sea pragmático,
como subcomponentes básicos, que al lado de la habilidad lingüística, conforman
la competencia en la práctica comunicativa.
La
hipótesis del lenguaje concebido como acción social adquirió su carácter de
propuesta científica con los tratados del etnólogo Bronislav Malinovski. El
lingüista J. R. Firth y sus seguidores, a su vez, desarrollaron esta hipótesis
de la fuerza accional del lenguaje haciendo hincapié en el papel fundamental
del “contexto” o “situación” comunicativa.
Es de apuntar, por otro lado, tal como lo
alega Duranti (1997), que la llamada antropología lingüística se ha instituido,
por su parte, como una disciplina que se centra en del estudio del lenguaje como recurso de la
cultura y del habla considerada como una práctica de índole cultural. Por eso A.
Duranti la presenta como un área de estudio interdisciplinar:
[…]Descansa y se desarrolla sobre métodos que
pertenecen a otras disciplinas, especialmente la Antropología y la Lingüística,
con el fin general de proporcionar una comprensión de los varios aspectos del
lenguaje en tanto marco de prácticas culturales, esto es, como un sistema de
comunicación que permite las representaciones interpsicológicas (entre individuos) e intrapsicológicas (en el mismo
individuo) del orden social, y que contribuye a que las personas utilicen esas
representaciones para realizar actos sociales constituyentes. […] los
antropólogos lingüísticos trabajan, sobre una base etnográfica, en la
producción de relatos de las estructuras lingüísticas tal como aparecen en el
seno de grupos humanos en un tiempo y espacio determinados. (Duranti, 1997:21).
Se puede decir que la aportación de la
antropología lingüística ha sido de gran utilidad para el análisis de los
discursos. En primer lugar su posicionamiento teórico a contribuido a
considerar el lenguaje no es un simple medio de comunicación, sino que es un
conjunto de mecanismos verbales y sígnicos que intervienen en la conformación
de la realidad social y que permiten elaborar representaciones del mundo real.
Desde el plano práctico, esta disciplina ha afianzado el papel que tienen el
contexto (social, cultural y psicológico, etc.) en las producciones
lingüísticas.
e-
La
aportación de la lingüística estructuralista, más concretamente la del Círculo
de Praga, ha sido de suma utilidad en el tratamiento del tema de la relación
entre el lenguaje y la sociedad. Del
papel fundamental de comunicación establecido ya desde Saussure se pasa al
estudio de las funciones del lenguaje. K. Bühler, Bohuslav Havrànek, Roman
Jakobson, entre otros han estudiado el tema en cuestión motivando, así, durante
lo que iba de la segunda mitad del siglo pasado, toda una variedad de estudios
sobre la innegable fuerza discursiva del lenguaje y su papel en la
configuración del mundo.
Es de
señalar, en este marco, la aportación
de la gramática estructural, sobre todo en EEUU, a través de su interés
por análisis del discurso, particularmente, dentro del marco del análisis gramatical y
nos referimos aquí de forma especial a Zellig Harris (1963) y sus seguidores. De hecho el enfoque basado en métodos del análisis distribucional
ha contribuido al estudio de los patrones constantes y recurrentes de morfemas
en el habla, lo que, según el propio Harris, ha permitido establecer “la
diferencia entre una serie de oraciones sin conexión y un trozo de habla que
constituye un texto”. (Lourdes Pietrosemoli, 2007: 306).
Es precisamente debido a los impactos
metodológicos provenientes de varias áreas de estudio de lenguaje tales como
los que acabamos de mencionar que García
Berrio afirma lo siguiente:
La
Lingüística del texto debe ser considerada como un no sólo de corrientes teórico- lingüísticas
anteriores, como la estructural y la generativo-transformacional, sino también
de la teoría y de la crítica literarias del formalismo ruso, de la Estilística,
del “New Criticism” norteamericano y de la semiología de la narración, así como
de la Poética y de la Retorica clásicas, que, como ciencias clásicas del
discurso, constituyen fuentes lingüístico- textuales ineludibles[6].
No obstante, hablando de las
aportaciones de los paradigmas anteriores para la LT no supone que ésta es una
disciplina que se ha establecido a partir de confluencias multidisciplinarias
para que sus métodos se quedaran confinadas dentro de los límites de sus propias prácticas. Pues,
el desarrollo de las teorías textuales ha funcionado de forma sinérgica, de
modo que la LT ha aportado mucho a las demás áreas enfocadas sobre el estudio
del texto. Para mencionar un ejemplo muy concreto podemos mencionar el caso de
los estudios filológicos, concretamente
la crítica literaria, que han encontrado en las orientaciones de la LT muchas respuestas a los problemas de
interpretación de los textos artísticos. No en balde afirma Albaladejo; en este
sentido, que: “con el afianzamiento de la Lingüística textual, la aplicación
de la lingüística al estudio del texto literario […] queda consolidada como
forma adecuada y coherente de tratamiento de importantísimo espacio de la obra
de arte verbal: aquel que corresponde al material lingüístico-constructivo” (1986:
41). En esta misma línea se sitúa la reflexión de Corti (1976) que llega a
concluir que:
la Teoría literaria, en su relaciones con la
Teoría Lingüística y, sobre todo, influida por las más actuales orientaciones
lingüístico-textuales de base
pragmática, ha empezado a hacer uso de concepciones teórico-
metodológicos centradas en el estudio del productor y del receptor de la obra
de arte verbal, del contexto en que ambos se insertan, del referente y del
universo literario, así como de las relaciones e influencias que dan entre
todos ellos a propósito de la comunicación literaria.
La gramática del texto o Lingüística textual
ha enfocado su estudio sobre las distintas relaciones establecidas entre los
componentes del texto concebido como unidad de comunicación. La orientación del
estudio se ha dirigido hacia el examen y análisis de las partes y sub-partes
del texto concebidas como productos lingüísticos que superan los límites oracionales, estableciendo, así,
un nivel superior de análisis: el texto.
[1] - Oswald Ducrot, Twvetan Todorov, Diccionario
enciclopédico de las ciencias del lenguaje, Siglo XXI, 1995, p. 113.
[2] - Oswald Ducrot, Twvetan Todorov, op.cit. ,
p. 113.
[3] - Op.cit. p. 79.
[4] William labov citado por
Ducrot y Todorov , op.cit., p.79
[5] - Es sabido que la perspectiva
funcionalista, tanto en Europa como en EEUU, ha caracterizado a un conjunto de
teorías que van desde las propuestas de Jakobson (el
modelo comunicativo y las seis funciones del lenguaje) hasta las de
Lakoff y Langacker (enfoque cognitivo-
funcional) pasando por las de Sapir, Pike, Hymes, Austin, Searle, Givon,
Thomson, Café, Hopper, DeLanceym etc. Pero los planteamientos que nos interesan
aquí son esencialmente de Halliday y, en
parte, las de Hasan, Martin y Firth.
[6]
- Cit por Francisco Chico Rico, Lingüística del Texto y Teoría literaria, Revista
Rilce, N.8, Alicante, 1992, p.
232.
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