18.11.16

El texto propiamente dicho

Atendiéndonos a la etimología de la palabra ‘texto’(textum), podemos decir que es una voz latina que significa ‘tejido entrelazado’, o “contextura”, poniendo de este modo énfasis en una de las características esenciales que han permitido definir desde siempre este tipo de producción lingüística, eso es la  cohesión.  Esta concepción sigue vigente actualmente incluso en los diccionarios normativos que, refiriéndose a este concepto, lo definen como  “enunciado o conjunto coherente de enunciados orales o escritos[1] o “conjunto de palabras que forman un documento escrito[2].

    Al hablar del texto como unidad de análisis que se encuentra en un espacio de bifurcaciones donde se encuentran varias disciplinas, nos vienen a la mente las observaciones anotadas por Bakhtin  en los años ochenta de la centuria pasada. El teórico ruso alegó que el fenómeno textual se sitúa “en las esferas limítrofes” o sea en “las fronteras” de varias disciplinas tales como la lingüística, la filología y la literatura (1984: 311) Puede decirse entonces con Jean - Michel Adam que el texto es un “objeto pluridisciplinario” que hace que la LT se instituya como una disciplina “constituida”[3]. El texto, sobre todo escrito nos obliga a entender que no nos es dado pasar de la frase al enunciado por extensión. Lo que implica en este marco una clara ruptura teórica  con los parámetros de la gramática tradicional[4].  

    Del mismo modo W. Labov señala  que el estudio del texto  exige, forzosamente,  “dépasser la grammaire de phrases pour aborder l’étude du discours” 1978:223 y matiza esta idea exponiendo que la gramática para orientarse hacia un enfoque textual ha de  recurrir a  nuevas perspectivas para ir más allá de las limitaciones de la frase y considerar el texto como una unidad discursiva y no una simple suma de oraciones[5].

    Desde la óptica lingüística  la definición del texto adquiere otras dimensiones.   Pues, estableciendo una diferencia entre el concepto de competencia (conocimiento que el locutor-auditor tiene de su propia lengua) y  la noción de actuación/ ‘performancia’ (uso efectivo de la lengua en situaciones  concretas)[6],  Chomsky,  alega que todo hablante dispone de la capacidad de distinguir un texto coherente de otro que no lo es.  Esta capacidad de distinción se debe a lo que el padre del generativismo llama “competencia lingüística”. Ésta  permite la que permite a cualquier lector parafrasear un texto, resumirlo  o determinar la categoría genérica a la cual pertenece: (género epistolar, narrativo, poético, etc.).
        Es justamente a partir de estas reflexiones chomskianas que la LT, o la gramática textual tal como se prefería llamarla en los años sesenta,  ha intentado explicar lo que es un texto a partir del concepto de “competencia textual”.  Pues, si nos atenemos a los trabajos de Harweg 1973, J.S. Petöfi 1973; T.A. Van Dijk 1972, y W. Kummer 1972, entre otros, podemos ver cómo han insistido en enfocar la problemática del estudio de los texto buscando no solo sus propiedades inherentes sino también rastreando las manifestaciones de la competencia textual del receptor o sea, lo que Michel Charolles describe como “la capacidad de los locutores nativos de distinguir una cadena de frases aceptables que forman un texto de otra que no   forma un texto” 1988:46[7].
             No obstante, esta propuesta inspirada en la teoría generativa, ha resultado insatisfactoria e insostenible, ya que el hecho de saber, de este modo, la diferencia entre texto y no-texto pertenece más al dominio de la intuición del hablante más que a normas textuales reguladoras. Pues, si la intuición del interlocutor puede ser útil  para identificar la entidad textual gramatical y aceptable, es inválida e inútil a la hora de producir un texto. Las investigaciones en áreas lingüísticas como la LT; la pragmática y la sociolingüística han cuestionado el paradigma generativo-transformacional y han demostrado, tal como lo asevera Van Dijk, que “ el principio básico de una gramática no debe construirse sobre la base de intuiciones lingüísticas problemáticas, sino  sobre observaciones del verdadero uso de la lengua (incluyendo la variación social y dialectal),  y  que la lengua en uso debe estudiarse también en términos, de actos de habla[8]. Pues,  el texto no corresponde a la mera capacidad humana de producir frases correctas gramaticalmente, sino que es un “discurso” y una “actividad comunicativa de un sujeto, en una situación de comunicación dada”  donde intervienen varios elemento  que no pueden dependerse de un factor como la intuición.  Es justamente, por esta razón que varios lingüistas como  Fàvero y koch; 1983, H.J. Eikmeyer 1983 y el mismo Van Dijk,  revisado el concepto de “competencia textual”, orientado sus investigaciones hacia otros aspectos que dependen de otros condicionantes constructivos como la situación comunicativa, el contexto cognitivo, socio-cultural, la red de conocimientos compartidos entre los interlocutores etc. [9].    
       La noción de texto ocupa  en los estudios de LT, como en las distintas  teorías/gramáticas  textual es, un lugar primordial. Se trata de un concepto que hace referencia tanto a producciones escritas como orales. En contraposición a las teorías tradicionales, la LT y el AD ubican el texto en el centro de sus intereses alegando que representa una unidad comunicativa mayor que la oración. De este modo T.A. van Dijk (1992: 55) pone de relieve  la importancia del concepto de “sentido global del texto” que según él no corresponde, de ningún modo, a la suma de los sentidos expresados por las  secuencias oracionales que lo componen.  
     Las diferentes  corrientes de la LT ofrecen distintas definiciones del texto como objeto de estudio. Robert-Alain de Beaugrande (1984: 36) lo delimita como “una manifestación natural del lenguaje” eso es, una “ocurrencia de comunicación lingüística en un contexto”.
     En el ámbito hispánico, la preocupación por la búsqueda de una definición satisfactoria  constituye un punto esencial en las investigaciones  elaboradas en el marco de la LT. L a definición proporcionada, por ejemplo,  por  Bernárdez (1982:85)  explica y amplia la propuesta definitoria de Beaugrande:   
   Texto es la unidad lingüística comunicativa fundamental, producto de la actividad verbal humana, que posee un carácter social, está caracterizada por  su cierre semántico y comunicativo, así como por su coherencia profunda y superficial, debido a la intención (comunicativa)  del hablante de crear un texto íntegro y a su estructuración mediante dos conjuntos   de reglas; las propias del nivel textual y las del sistema de la lengua”
En esta cita notamos que el texto se define en función de su valor  funcional como  soporte de  un proceso comunicativo  que se apoya en cuatro pilares fundamentales que podemos representar de la forma siguiente:


                     Acto comunicativo ⇆    Emisor/receptor

Competencia pragmática     ⇆     Conocimiento de la intención y del  contexto 

Competencia lingüística⇆     Conocimiento del Código
 
Teniendo en cuenta la propuesta de Bernárdez, puede decirse que el texto  se redefine en función de cinco propiedades constantes que,  a su parecer  se repiten  en las varias propuestas que han intentado  dar una definición abarcadora de un concepto  cuya aprehensión resulta muy difícil. El texto de este modo corresponde a una serie de  rasgos:
Ø  Unidad de comunicación,
Ø  Producto de una actuación verbal/ lingüística del emisor ( actividad individual),
Ø  Entidad dependiente del contexto o situación de producción,
Ø  Bloque organizado y estructurado a base de normas de coherencia,
Ø  Proceso que no corresponde a un producto acabado sino a un proceso de producción que incluye la actividad de recepción. Por lo tanto depende de las estrategias compartidas por el emisor y el receptor.

    Partiendo del posicionamiento de Bernárdez, inspirada en la concepción generativa del proceso comunicativo, Josep  Maria  Castellà (1992: 50),   propone una  definición ampliada orientada hacia una perspectiva pragmática y cognitiva,  haciendo hincapié en los tres  conceptos de adecuación, coherencia y cohesión:
Texto es una unidad lingüística comunicativa, producto de la actividad humana, que posee carácter social. Se caracteriza por la adecuación al contexto comunicativo, la coherencia informativa y la cohesión lineal. Su estructura refleja los procedimientos empleados por el emisor y el receptor en los procesos de elaboración e interpretación. Se construye por medio de dos conjuntos de capacidades y conocimientos: los propios del nivel textual y los del sistema  de la lengua[1].

   Para Ingedore Koch (1997: 22) el texto es  “la manifestación verbal constituida de elementos lingüísticos seleccionados por los hablantes, durante la actividad verbal, de modo que permita a los participantes, en la interacción, no sólo la comprensión del contenido semántico, derivado de la activación d procesos y estrategias de orden cognitivo, sino también la interacción (o actuación interpersonal)  de acuerdo con las practicas socio-culturales”[2].   
           
      Es muy llamativa aquí la referencia al carácter interactivo /humano, y por tanto social, sobre el cual han insistido varios lingüistas como Halliday (1978: 60), quien asevera, claramente, que la característica fundamental del texto radica en su dimensión interactiva. De hecho concibe el producto textual como  un proceso de interacción  que hace posible el intercambio   de significados. Por eso, define el texto como una producción lingüística condicionada básicamente por la interacción social, aparte de ser, desde luego, el resultado de una configuración léxico-gramatical y el producto de una serie variada y concurrente de selecciones de significado: “El texto es una forma lingüística de interacción social, un producto de su entorno; funcionando en este entorno, y un continuo proceso socio-semántico, donde hay una constante relación de desplazamiento entre el texto y su entorno, paradigmática  y sintagmáticamente” (1978: 138).
  
   El texto es esencialmente una unidad semántica, que tiene que ser considerada desde dos perspectivas al mismo tiempo, como producto y como proceso (Halliday y Hasan 1985). Cualquier extensión de lengua puede ser considerada como un texto. Y éste puede ser hablado o escrito, producto de un monólogo o de la interacción de varias personas. Sin que esté definido ni por su tamaño, ni por su forma. De modo que, con el término de texto podemos hacer referencia tanto a un acto de habla, a un intercambio oral entre participantes, a un pasaje o episodio, como a un macro-acto de habla, una narrativa completa, etc. Brown y Yule (1983:4-11) tratan la noción de texto como la representación del discurso, donde el registro verbal de un acto comunicativo puede ser tanto escrito como hablado, y aclarando que: Å un texto escrito puede ser presentado en diferentes ediciones, tipografías, tamaños de papel, en una o dos columnas, y ser todas distintas representaciones del mismo texto, Å y que la grabación de un texto hablado puede recoger además del texto otros elementos sonoros que no constituyen parte del texto sino del contexto. El texto se define, de este modo, en virtud de tres caracteres fundamentales:

Ø  Carácter de unidad lingüística
Ø  Carácter de medio o vehículo de información
Ø  Carácter social.
      Siguiendo la propuesta elaborada por  Beaugrande y Dressler (1997), la mayoría de los tratadistas parten de estos tres rasgos básicos del texto para hablar de una serie de propiedades o “criterios de textualidad” que deben presentarse simbióticamente interrelacionadas  en un texto. Esta estricta relación de sinergia entre estos rasgos o normas textuales varía de un texto a otro y,  por tanto, su especificación  depende de una serie de factores de producción de índole textual y extratextual.        
     Cabe la posibilidad de distinguir dos corrientes dentro de las investigaciones sobre la gramática textual: las que se basan en presupuestos teóricos que alegan que   el texto corresponde a una unidad del lenguaje en uso (Halliday 1982 (1978) y las que manejan las producciones textuales y las analizan como  construcciones susceptibles de interpretarse a partir del discurso  (Van Dijk, 1980).[3]
      La propuesta teórica de Halliday  toda  producción textual en sus dos dimensiones esenciales; la primera; como producto en la medida en que se construye como resultado y que puede estudiarse como tal de forma sistemática; la segunda: como un proceso complejo, ya que supone  una serie de procesamientos semánticos, sintácticos y pragmáticos que suponen operaciones de selección de constituyentes significativos, planificación, ordenación, construcción de significados, etc.    
      Los planteamientos teóricos de índole funcionalista (Halliday y Hassan, 1976) contemplan la entidad textual, no sólo, como una unidad semántica,  o sea una unidad de tipo  estructural y sintáctica, sino también como una unidad de registro, es decir que va regida por una dimensión  claramente pragmática. De ahí la importancia dada, en este marco, a las cuestiones relativas a la adecuación del texto al contexto de producción.  El texto, según estas premisas, se define como la forma lingüística de una interacción social. Esta visión de las cosas es justamente lo que justifica la estrecha relación que la GSF estableces entre las estructuras sociales y el uso del lenguaje.



[1] - « Text és una unitat linguistica comunicativa, producte de l’activitat verbal humana, que posseeix un carácter social. Es caracteritza per l’adequació lineal. La seva estructura reflecteix els procediments emparats per emisor i receptor en els procesos d’elaboració i d’interpretació. Es construeix per mitjà de dos conjunts de capacitats i coneixements; els mateixos del nivel textual i els del sistema de la llengua”  La traducción es nuestra.
[2] - “ [O texto é] a manifestação verbal constituída de elementos seleccionados e ordenados pelos falantes, durante a atividade verbal, de modo a permitir aos parceiros, na interação, não apenas, depreesão de conteúdos semánticos, em decorrêcia da ativação de procesos e estratégias de orden cognitiva, como também a interção (ou atuação) de acordó com as práticas socioculturais”. La traducción es nuestra.
[3] - Raquel Garimaldi de Raffo Magnasco, Lenguaje, comunicación y discurso, Río Cuarto (Argentina), Publicaciones de la Universidad Nacional de Río Cuarto, Facultad de Ciencias Humanas,  2002, 126.



 

[1] Real Academia Española, Diccionario de la lengua
[2] Clave : diccionario de uso del español actual
[3] - Jean –Michel Adam, Eléments de linguistique textuelle ; théorie et pratique de l’analyse textuelle, Luxembourg, collection Philosophie et Langage, Ed. Mardaga,  1990, p.11.
[4] -Según Culioli “Le texte écrit nous force, de façon exemplaire; à comprendre que l’on ne peut pas   passer de la phrase (hors prosodie, hors contexte ; hors situation) à l’énoncé, par extension. Il s’agit en fait d’une rupture théorique, aux conséquences incontournables » (Culioli 1984 :10).
[5] - Refiriéndose a esta cuestión Labov afirma que  « Jusqu’à présent, les linguistes n’ont guerre progressé dans cette étude et sont, pour l’essentiel, restés dans les limites de la phrase. Car l’analyse du discours, sans être en soi un domaine vierge, est au moins du point de vue technique, en ce sens qu’aucune de ses parties fondamentales n’a encore été sérieusement pénétrée. Certes, il ya l’ouvrage bien connu de Harris, Discourse Analysis Reprint 1963 ; mais son objet réel, les réarrangements structurels au niveau de la phrase, le rend tout à fait étranger pour les linguistes ; même si beaucoup d’entre eux commencent à consacrer à cette question, les principaux progrès son venus des sociologues.» (1978 : 223-224).
[6] - “Nous établissons donc une distinction fondamentale entre la compétence (la connaissance que le locuteur-auditeur a de sa langue) et la performance (l’emploi effectif de la langue dans des situations concrètes) » Noam Chomsky, Aspects de la théorie syntaxique, traduction de jean-Claude Milner, Paris, Editions Seuil, 1971, p.13.
[7] -   “la capacité des locuteurs natifs à distinguer une suite de phrase acceptables formant un texte d’une suite ne formant pas un texte”. La traducción es nuestra.
[8] - Teun A. Van Dijk, Estructuras y funciones del discurso: una introducción interdisciplinaria a la lingüística del texto  y a los estudios del  discurso, México, Siglo XXI, 1980, p.9.
[9]- Comentando este rumbo dado en los primeros estudios de la gramática textual de los años sesenta, Shirley Carter-Thomas afirma que «Il devient difficile de maintenir que certaines suites de phrases ou de morceaux de textes seraient cohérentes ou incohérentes en elle –même. Dépourvus de l’un de leurs arguments de départ, les premiers grammairiens de texte se voyaient ainsi contraints d’envisager autrement les problèmes de cohérence et de s’orienter vers d’autres domaines, notamment vers les sciences cognitives et l’intelligence artificielle. »  Shirley Carter-Thomas, La cohérence textuelle : Pour une nouvelle pédagogie de l’écrit, Paris, Editions L’Harmattan , 2000,p. 21.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario